miércoles, 30 de diciembre de 2015

Hoy amaneció raramente igual

Hoy amaneció raramente igual que todos los días. El sol saliendo de este a oeste, el reloj moviendo sus manecillas hacia la derecha, el gato exigiéndome con sus maullidos salir del dormitorio y viendo anónimos, derroteros y cansados rostros en el Transantiago.
En definitiva, hoy amaneció raramente igual que todos los días. Amaneció tan raramente igual que comprobé que estaba rutinariamente vivo.
Rutinariamente me levante.
Rutinariamente entre a la ducha.
Rutinariamente tome el café, leyendo noticias indigestadas.
Rutinariamente camine al paradero de siempre y vi las mismas caras de personas con quienes jamás cruzare palabras.
Rutinariamente tome el bus.
Rutinariamente leía, escuchaba música e intentaba soñar.
Rutinariamente estaba en la rutina.
Rutinariamente vivo.
Pero no pierdo la esperanza que el sol mañana salga por la izquierda y haga un pequeño homenaje a quienes están en el bando de los apartados. Que el reloj mueva sus manecillas al revés, para que así, por alguna oportunidad ganemos tiempos y no lo perdamos. Tengo la esperanza que mi gato me ladre y comprobar que también hay animales bilingües. Pero por sobre todo anhelo ver rostros anónimamente-conocidos, derrotadamente-victoriosos y cansadamente-soñadores.

No pierdo la esperanza que mañana, mi amanecer sea rutinariamente sorprendente.

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